No podría precisar la hora exacta pero con seguridad había transcurrido más allá de la media noche. Estaba a punto de comenzar el concierto.
Desde la vereda se podía ver una silueta recortada en las cortinas con un marco amarillento y ondulante producto de la luz tenue de la lámpara a querosén. Miré el papel en mi mano, estaba descolorido de tanto sacarlo y ponerlo en el bolsillo y corroboré que era la dirección correcta.
Esa tarde no había logrado concentrarme en una idea clara y en mi cabeza daba vueltas un remolino de conjeturas infundadas y fantasiosas. Desde el momento en que por pura casualidad (o no) en el jardín trasero de don Justo Barbosa (Q.P.D.) quien me había pagado por plantarle tres higueras, desenterré la caja de madera con las bisagras pegadas por el óxido; desde el momento en que con una cuña rompí el candado que la mantenía cerrada y más aun desde el momento en que encontré la nota en su interior que claramente decía: “a quien corresponda…20/12/2007, pasaje Carlos Gardel, calle número 3. Concurra después de pasada la media noche…SERA RECOMPENSADO”. No había podido dejar de pensar en esa noche, en ese lugar.
Voy admitir que estaba asustado solamente porque así era, podía sentir el temblor en mis manos y el fresco aire de las sierras que se precipitaba hasta mi espalda haciendo evidente el sudor producto del momento.
La puerta estaba abierta, caminé muy despacio casi en penumbras hasta el umbral, me detuve antes de entrar y casi inconcientemente gire la cabeza sobre el hombro como en cámara lenta al mismo tiempo que percibía un cambio en el aire, por un instante tuve una sensación de detención del tiempo, solo la farola de la esquina quieta, el viento cesó por completo las copas de los árboles apenas se movían al compás de una melodía que sonaba en un piano que se interrumpía y volvía a empezar desde el principio cada vez, no se cuanto tiempo estuve en ese estado pero cuando me incorpore, estaba al final de una escalera desde la cual se distinguía el cuerpo de la persona en la sombra sentada al lado de un piano… me quede paralizado, estupefacto no podía procesar en mi cerebro lo que estaba sucediendo, el hombre se paro, lentamente se acercó y por alguna extraña razón yo caminé hacia él, no podía ver más que su forma dibujada en negro contra la ventana e intente aguzar la vista para descifrarlo, justo cuando desde su pecho brotó una voz ahuecada y muy grave casi irreal…
“la caja” me dijo, y sin basilar un instante saqué la caja que había desenterrado y que llevaba en el bolso, “dámela” continuó, le entregué la caja y con gran habilidad la giró y acto seguido descubrió un compartimiento que yo jamás había visto y del cual saco uno por uno, tres huesos que brillaron blancos de calcio reseco a la luz de la lámpara y los ocultó en la manga de la túnica. Como esperando una explicación me quedé parado, pávido viéndolo pero todo estaba quieto, en silencio, parpadee muy despacio como si mis pestañas fueran telones de plomo, el piano sonó nuevamente pero esta vez con la melodía completa y vívida que estalló en mi frente con tal fuerza que mi cuerpo se sacudió estrepitosamente y una luz incandescente bañó la habitación;
Mire mis manos, estaban con los dedos apoyados sobre las teclas del piano, tranquilas y satisfechas, me pare sin comprender, ví el piso de madera las luces blancas y potentes sobre mí, noté que llevaba un traje y zapatos; cuando me di cuenta de los aplausos y la ovación, mi cuerpo reaccionó con una naturalidad que no me pertenecía,
me incliné y salude al público.
Leuman
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1 comentario:
No es la primera vez que leo este cuento. Me gusta mucho. Cada vez que lo hago, me puedo inventar una historia diferente, es un cuento que tiene vida propia, puedo crearlo y recrearlo cada vez, ver los distintos personajes que asoman y se dejan ver entre las penumbras de una cortina, entre los acordes de un piano, entre el susurro de un viento nocturno...
Personajes-duendes de ultratumba, de tiempos inciertos, de almas que salen de algún cuerpo para meterse dentro de otro...disfruto mucho zambulléndome en este relato y dejándome llevar...está buenísimo.
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